El juez Lijo y la red de trata más grande del pais que nadie quiere investigar

Mientras el gobierno de Javier Milei mira hacia otro lado, el sistema judicial encabezado el juez Ariel Lijo encubre una red de trata que involucra a los poderosos de siempre. Las denuncias de las víctimas son ignoradas, y los medios, en un silencio cómplice, contribuyen a perpetuar la impunidad

 En un país que se precia de tener uno de los sistemas judiciales más avanzados de la región, las recientes denuncias de Roberto Mazzoni sobre una red de trata que involucra a personajes de altísimo perfil, han dejado al descubierto las grietas de una justicia que parece estar al servicio de los poderosos. Mazzoni, quien se identificó como víctima de esta red, rompió el silencio en el Senado el pasado 5 de agosto, durante la jornada «Trata Infantil: ¿Qué hay detrás de la desaparición de niños?», y su testimonio debería haber sacudido los cimientos de la Nación.

El relato de Mazzoni es escalofriante y detallado. Señaló directamente a Alejandro Roemmers, uno de los empresarios farmacéuticos más importantes de Argentina, y a Matías Barreiro, un influyente dirigente del Club River Plate y dueño del Sanatorio Colegiales, como los cabecillas de esta red. Sin embargo, lo más alarmante es la complicidad denunciada en el Poder Judicial, específicamente del juez Ariel Lijo, quien, según Mazzoni, ha cajoneado la causa desde el inicio, protegiendo a los imputados en lugar de avanzar en la investigación.

Viernes 16 de Agosto de 2024

SILENCIO, TRATA Y PODER

El juez Lijo y la red de trata más grande del pais que nadie quiere investigar

Mientras el gobierno de Javier Milei mira hacia otro lado, el sistema judicial encabezado el juez Ariel Lijo encubre una red de trata que involucra a los poderosos de siempre. Las denuncias de las víctimas son ignoradas, y los medios, en un silencio cómplice, contribuyen a perpetuar la impunidad.

El juez Lijo y la red de trata más grande del pais que nadie quiere investigar

Osvaldo Peralta // Viernes 16 de agosto de 2024 | 05:40

(Por Osvaldo Peralta) En un país que se precia de tener uno de los sistemas judiciales más avanzados de la región, las recientes denuncias de Roberto Mazzoni sobre una red de trata que involucra a personajes de altísimo perfil, han dejado al descubierto las grietas de una justicia que parece estar al servicio de los poderosos. Mazzoni, quien se identificó como víctima de esta red, rompió el silencio en el Senado el pasado 5 de agosto, durante la jornada «Trata Infantil: ¿Qué hay detrás de la desaparición de niños?», y su testimonio debería haber sacudido los cimientos de la Nación.

El relato de Mazzoni es escalofriante y detallado. Señaló directamente a Alejandro Roemmers, uno de los empresarios farmacéuticos más importantes de Argentina, y a Matías Barreiro, un influyente dirigente del Club River Plate y dueño del Sanatorio Colegiales, como los cabecillas de esta red. Sin embargo, lo más alarmante es la complicidad denunciada en el Poder Judicial, específicamente del juez Ariel Lijo, quien, según Mazzoni, ha cajoneado la causa desde el inicio, protegiendo a los imputados en lugar de avanzar en la investigación.

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Mazzoni reveló que, pese a haber denunciado en 2022, la causa 1052/2022 que se tramita en el juzgado de Lijo no ha mostrado ningún avance significativo. Durante su intervención en el Senado, Mazzoni se mostró visiblemente nervioso y afectado, denunciando que Lijo no solo ha retrasado la causa, sino que lo ha humillado y maltratado en múltiples ocasiones. «El mismo infierno que yo venía denunciando», fueron sus palabras.

La gravedad de la denuncia no termina ahí. Mazzoni también señaló que Roemmers se presentó a declarar en Comodoro Py utilizando un DNI falso en dos ocasiones, y que la secretaria del juzgado, Paola Cohen, permitió este acto de encubrimiento sin ningún tipo de sanción. Este detalle, que en cualquier otro contexto sería un escándalo de proporciones épicas, parece haber sido ignorado todos los grandes medios de comunicación del país.

Es aquí donde el silencio se vuelve cómplice. La denuncia de Mazzoni, que involucra a algunas de las figuras más poderosas del país, no ha encontrado eco en los principales medios nacionales. Ni Clarín, ni La Nación, ni ningún otro de los grandes diarios ha dado cobertura a un caso que debería ser titular en todas las portadas. Este apagón informativo no es casual. Roemmers, además de su poder económico, mantiene fuertes lazos con el ámbito mediático y empresarial, lo que podría explicar la autocensura de los medios.

El poder ejecutivo de Javier Milei tampoco ha movido un dedo para aclarar la situación. Por el contrario, el gobierno se ha mostrado indiferente, incluso cuando el mismo juez Ariel Lijo es propuesto como nuevo integrante de la Corte Suprema de Justicia. Esta designación, en medio de una causa que lo acusa de encubrir una red de trata, es un signo inequívoco de que la impunidad está más viva que nunca en Argentina.

Las palabras de Mazzoni en el Senado resonaron en un auditorio que quedó en silencio ante la magnitud de lo denunciado. Describió cómo Roemmers y Barreiro captaban a menores de edad, con preferencias específicas «blanquitos, chiquitos y lampiños», y cómo pagaban comisiones las presentaciones de estos niños a otros empresarios de igual calibre. Estas declaraciones, que pintan un cuadro siniestro del tráfico de personas en Argentina, no fueron suficientes para despertar la atención de un sistema que parece anestesiado ante la corrupción.

El caso de Mazzoni no es solo una denuncia sobre una red de trata; es una acusación directa contra el sistema judicial y mediático argentino, que en lugar de proteger a las víctimas, elige proteger a los poderosos. Este no es un problema nuevo, pero la indiferencia del gobierno de Milei y la complicidad de los medios elevan la impunidad a un nivel intolerable

La denuncia de Mazzoni no puede quedar en la sombra, especialmente si involucra a las redes de trata más grandes del país. La prensa, como pilar de la democracia, tiene la responsabilidad de investigar, informar y, sobre todo, no ser cómplice del silencio. No podemos permitir que la justicia se paralice y que las víctimas sean ignoradas mientras los poderosos continúan operando con total impunidad. Es hora de que Argentina despierte y exija que se haga justicia.